Lejanos, pero no olvidados, los días en que Byron Arredondo, junto a su primo, salió de Guatemala para cruzar la frontera sur para cumplir su sueño americano en 1989, apenas a los 19 años.
“No vine huyendo de la pobreza; sino de la miseria”, sostiene Arredondo. “Eso es mucho peor”.
“Cruzamos las fronteras [incluye la de su país] con mi primo Ronnie sin dinero. Pedíamos que nos den comida en la calle, pero no teníamos dinero para seguir adelante. Cruzamos el desierto caminando cinco días y cinco noches, sin coyote, a punto de morir, hasta que llegamos a Texas”, recuerda Arrendondo.
“Cuando salí de Guatemala tenía a mi papá muy enfermo y mi sueño era llegar a este país y trabajar para enviarle dinero a mi papá, para que comprara sus medicamentos y gracias a Dios lo logré.
Trabajaba en dos lugares, ocho horas en cada empleo, y dormía apenas tres horas al día”, relata el empresario guatemalteco.
“Soy una persona muy ambiciosa, en el buen sentido de la palabra. Se que todo se puede lograr con la ayuda de Dios y el sacrificio”, confesó. Arredondo trabajó lavando platos, cortando la grama, pintura y construcción. Fue justamente en este último empleo que decide iniciar su propia empresa de construcción y el sueño empezó.
Lo llamativo de Arrendondo es que su sueño, lo compartió y lo comparte cada día con los que le rodean. “Ayudo a otros paisanos e hispanos a que también sean emprendedores y que inicien sus empresas. Tengo la satisfacción de haber ayudado a más de setenta personas a iniciar sus propias empresas”.
“Es difícil cuando vienes de la nada. Pero cuando empiezas te tienes que trazar metas. Te vas a encontrar muchos tropiezos en el camino, pero hay que ser perseverante. Todo lo que empieces si tienes fe en Dios, verás los resultados”, Arrendondo sostiene y añade: “Hay algo básico para todo empresario, la puntualidad, la dedicación y hacer las cosas con amor. Según mi experiencia tienes un 90 por ciento de resultados positivos”.
“No fue fácil cuando empecé. Pasé hambre, me acabé mis ahorros, me endeudé, pero fui perseverante. Le pedí a Dios que me diera trabajos de día y de noche. Y mi primer trabajo fue de noche, haciendo un cielo falso. En ese momento sentí por fe, que Dios me estaba cambiando la vida, porque había escuchado mis oraciones. Eso fue lo que cambió mi vida para siempre. Es por ello que le digo a la gente, que todo aquello que emprendas en la vida, si eres fiel creyente de Dios, tienes que ponerlo en sus manos”.
Arredondo es definitivamente un hombre de fe. “Si tuviera que darle un consejo a alguien que recién empieza es orar a Dios, pero también levantarse muy temprano y salir a tocar puertas. Se te pueden cerrar novecientos noventa y nueve pero se te va a abrir una, y esa es la indicada. Trabaja para lograr tus objetivos. No es fácil pero lo vas a lograr”, puntualiza.
“Yo no salgo de mi casa sin orar, no me acuesto a dormir sin orar. Cuando voy manejando en la calle oro y le doy gracias a Dios por todo. Recuerden que a Dios se le agradece, no se le cuestiona. Muchas veces cuando nos va mal le preguntamos «¿Por qué a mi Señor?». Creo que por el contrario debemos ser agradecidos. Por el hecho de despertar, de levantarnos, poder ver, respirar, tocar. Esas bendiciones las tenemos todos los días pero no lo valoramos”, afirma con convicción.
Arredondo nació en una aldea llamada La Barranca, que pertenece al municipio Santa Catarina Mita, Jutiapa. Al ser consultado sobre que hubiera sido de su vida, si hubiera seguido en ese lugar responde: “Quizá hubiera muerto de hambre o viviría en la pobreza. En latinoamerica se nos niegan las oportunidades educativas, de trabajo y de desarrollo. En el mundo el pobre sigue siendo pobre. Nadie lo ve. Nadie se preocupa por el pobre. Cuando uno ha salido de lugares de pobreza extrema, siempre quieres dar y ayudar. Siempre pienso en mi gente guatemalteca -y en latinoamérica- que viven sin oportunidad”.
Para Arredondo no fue fácil y el le da un consejo a los nuevos inmigrantes guatemaltecos: “Sé lo que se siente. Nadie cruza la frontera por placer. Siempre se viene por una necesidad muy grande. Cuando venimos siempre pensamos en trabajar y a algunos cuando llegan les cambia la idea, vienen a acomodarse. Cuando tu te acomodas no hay forma de crecimiento. Hay mucha riqueza que explorar. Pero nos quedamos en nuestra área de comfort, tengo para pagar mi renta, mi carrito o tengo mi ayuda del gobierno para vivir y ahí es cuando empiezan a morirse todos los sueños. Por ello le digo a los jóvenes que en la vida hay que ser trabajador y soñar en grande”.
¿Cual es su legado? ”El sentirme satisfecho de poder ayudar gente a buscar oportunidades”.
La pregunta final y que se caía de madura: ¿Y Guatemala tiene oportunidad? “Pareciera que no. Nuestras administraciones de gobierno son mediocres, negociables. Hay que cambiar. Es difícil, pero se tienen que dar los primesos. En Estados Unidos, Martin Luther King dio su vida para empezar un cambio y lo logró. Cuando tu amas algo hay que luchar por ese amor. Yo quiero luchar por mi gente, por oportunidades para todos”, finaliza Arredondo.